La Casa Augusta es un proyecto de autoconstrucción motivado por la memoria de mi abuelo, don Augusto Moreno. Él fue un visionario, un niño cordillerano quien de alguna forma nos dejó un legado material e inmaterial que nos acompaña desde que él ya no está (ver "te fuiste antes de que pudiera volver").
Él soñó con la maison faite a la maison, la casa hecha en casa. Soñó con la bioconstrucción, con los fardos de paja y el barro. Soñó con siempre estar en la cordillera. Con esta casa le hacemos memoria, y vamos aprendiendo de todo lo que hay detrás de un proyecto de tal tamaño.
Empezamos a subir al cajón del Achibueno en julio del 2024, cada dos semanas más o menos. Primero aprendimos del territorio, identificamos el lugar (enmarcado por una piedra maravillosa), y empecé a soñar de forma situada desde un claro elevado y alargado que nos permitió dar forma al proyecto.
Llevaba un año haciendo distintos planes, pensando en formas de organizar una casa y en qué buscaba de esta construcción. Por ejemplo, desde el inicio tuve clara la búsqueda de subir, de ver el bosque casi como un pájaro, de ver las montañas que esconden los árboles.
Diciembre-Enero - Demoramos un poco en conseguir personas que se atrevieran a subir con sus máquinas para ayudarnos a hacer la zanja y subir áridos, pero finalmente dimos con las personas indicadas en el momento indicado. Contamos además con la maravillosa ayuda de un gran amigo, que pasó de la teoría a la práctica construyendo con nosotrxs toda la fundación de la casita.
En esta fase del cemento también recibimos la bella ayuda del Ale, la Javi y la Caro. Entre los tábanos y bajo el sol, y casi sin experiencia (a excepción del Ale), logramos esta primera fase exitosamente.
Febrero - Si pensaba(mos) que los cimientos fueron confusos, para la estructura (de madera) entramos en más dudas, por lo que buscamos más ayuda - especialmente para el diseño y el montaje. Nos pasamos unas buenas 4 jornadas cortando, atornillando y martillando en el campo durante la ola de calor, y después subimos todo para poner en pie el esqueleto.
Marzo - Para la travesía de los fardos nos encontramos con don Manuel, quien nos ayudó mucho en el resto del proceso. Camilo y el Pelao (con ayuda de don Manuel para la carga), cargaron y descargaron (a la medianoche) unos 140 fardos de paja con toda la motivación. Así empezamos a rellenar los muros, también con más ayuda porque se nos empezaba a venir encima el invierno.
La siguiente etapa fue la más crítica, donde yo participé menos (y me estresé más, como hablo en el blog). Lo importante es que llegamos al invierno con un techo.
La instalación eléctrica con ayuda de nuestro querido amiguito Yerbis y la Amaranta.
Abril - Y acá empieza para mí la sanación: el barro. Igualmente fue mucho más largo de lo que pensábamos (como todo ha sido), pero fue en compañía nuevamente de gente maravillosa como el Toti y el Karamelito. Primero es la imprimación (y terminar trabajos inconclusos - bien me dijeron que estaba llegando a una fase donde mientras menos queda, más queda //la historia sin fin).
Después vino el revoque grueso con unos detalles soberbios (me faltan fotos), además de la instalación de las ventanas y la puerta.
Faltan fotos también del revoque fino, que nuevamente le cambió el color a la casa y ahora se ve muy... fina. Ha sido un proceso muy largo, seguimos en él pero ahora estamos yendo a pasito de tortuga porque volvimos a ser sólo 2 y quien tenga la voluntad de subir a ayudarnos. Faltan muchas cosas, pero nunca las ganas de seguir avanzando y aprendiendo como hemos hecho con cada paso. Seguimos soñando y construyendo.